jueves, 18 de octubre de 2012

Huétor Santillán (Crónicas de una excursión)



Partida de la Casa de los Recuerdos

VII. UN DESPISTE, UNA VENTANA ABIERTA Y UNAS PIERNAS QUE APRENDIERON A VOLAR

Las horas van pasando al abrigo de la lumbre. Las tinieblas de la noche después de lo de nuestro amigo haciendo de Tarzán ya se habían agotado. Así que nos dispersamos por el salón, arrellanándonos en los sillones, charlando, riendo, haciendo confidencias..., pero hubo algo que no cambió en toda la noche, y fueron las salidas en pareja al servicio.

Todavía nos estamos riendo a cada rato de la ocurrencia de Perico, cuando hubo una nueva salida del salón..., estamos tranquilos y relajados, y también empezamos a estar cansados, porque la noche está ya bien entrada. Cuando de pronto oimos un portazo. La reacción fue unánime:

-¡¡¡¡¡¡LA PUERTAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!

Demasiado tarde. Se había cerrado. La expresión de nuestras caras y el terror que reflejaban significaban solo una cosa:

- ¿¡ay dios, y ahora que hacemos!?

De momento, cónclave en el salón.

Primera idea:

- ¿Habéis cerrado la puerta principal?
- Sí, la cerramos cuando nos entramos a cenar, de todos modos, podemos ir a comprobar.

Todos en pandilla, (nunca mejor dicho) salimos por las ventanas del salón, (porque ni la llave de esa puerta tenemos) y todos juntitos vamos a comprobar que la puerta esté cerrada. Efectivamente, lo está.

Entre el desconcierto y adaptación a la actual situación, de pronto a mí me entra la risa, y se me ocurre decir:

- ¡Qué gracioso! ¡Nos hemos quedado encerrados en la calle!

Tal era la situación. Estábamos encerrados en el salón, pero a la vez, nos habíamos quedado en la calle. Curiosa situación que supimos manejar de la forma más serena y consensual, vamos lo que fue un trabajo en equipo bien hecho, pero con un único protagonista, convertido en héroe por largo tiempo.

- Venga todos a pensar, ¿se ha quedado alguna ventana abierta?

Todos dándole vueltas a la cabeza a ver quién se había dejado alguna ventana abierta, hasta que ¡por fin!

- ¡¡¡¡¡¡Siiiiiiiiiiiii, la ventana del baño se quedó abiertaaaaaaaaaa!!!!!!

Todos juntos, salimos por las ventanas, en pandilla de nuevo, a la parte de atrás. La noche  más oscura no podía ser, y nosotros sin una tristecica linterna. Como podemos, localizamos la que es la ventana del cuarto de baño y, ¡loado sea el cielo! está justo al lado de una parra que hay allí plantada.

Parte de atrás. Con los años presenta este aspecto

Ahora la cuestión es: ¿quién se sube? porque subir puede ser relativamente fácil (para los niños..., que no tanto para mí ni para las restantes representantes femeninas que estábamos por allí) pero entrar a la casa, solo, y atravesarla, solo, eso amigos, eso, ya es otra historia.

Una voz se alza fuerte, segura, dispuesta y varonil. Es Llado, que sin pensárselo dos veces, (y mejor que no lo hizo) dice:

- ¡Yo lo haré! ¡Yo subiré hasta la ventana, entraré en la casa y os abriré la puerta!

Dicho y hecho. Se le oye fatigado un poco al subir el trecho, hasta que al entrar por la ventana..., desaparece ante nuestros ojos.

Una vez desaparecido corremos a la puerta principal, todos en pandilla, a esperar que nuestro héroe del momento nos abra la puerta.

Pasa un breve espacio de tiempo hasta que...

¡AL FIIIIIIINNNNNNNNNNNN! Se oyen una llaves que trastean en la puerta y Llado aparece, todo sonriente, y con la satisfacción del trabajo bien hecho.

Suspiros de alivio por doquier, y golpecitos en la espalda:

- ¡Gracias tío, gracias!

Mientras él se deja querer en el baño de multitudes.

Algo dejó insinuar del *gusanillo de susto que le recorrió el cuerpo cuando allí se vió solo y, en algunos momentos, a oscuras, hasta llegar a los interruptores de la luz. 

Aunque los años han cambiado las circunstancias de cada uno, y han conseguido difuminar un poco el recuerdo de todos estos hechos, lo que no han conseguido ha sido quitarle el título que se ganó por derecho, ni hacernos olvidar quiénes somos y los afectos que en todos esos años nos forjamos.

* Palabras de Llado años después recordando aquel épico momento: "Todavía se me ponen los pelos de punta al recordar que salté por una ventana y bajé cagando leches para abrir la puerta...tanto santo y tanta monja en las paredes....¡¡¡la virgen qué cague!!!"

2 comentarios:

  1. Maravillosa narracion, de nuestro fantastico fin de semana ,que pase el tiempo que pase, siempre siempre permanecera en nuestros recuerdos.Ahora tendras que recordar, todos te ayudaremos a seguir con este tipo de narraciones, que en el recuerdo habra muchas, te doy una pista expo 92.

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  2. Sí Nanny, recuerdos hay a montones, pero que se recuerden con tanta nitidez como yo recordaba este finde, no sé, aunque yo no me niego, me lo paso fenomenal riendo y llorando mientras escribo, pero sí que me tenéis que ayudar. También quiere Patricia que lo haga del viaje de estudios, pero eso ya..., tan lejos. Aunque ahora tengo otras cosillas en mente, más rápido, pero quiero hacerlo bien. De todos modos, Huétor no termina aquí, me falta el Epílogo. Este fin de semana no puede terminar así, porque, de hecho, aún no ha terminado del todo, algo queda por ahi.Un besito.

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