domingo, 11 de noviembre de 2012

Si no quieres que tu vida se convierta en Kippel*


En una serie de televisión escuché una frase que decía más o menos así:

" No soy quien digo ser ahora, sino quien he sido a lo largo del camino".



 De ahí la importancia del pasado.

La opinión general es que no es bueno mirar al pasado...,"ni para coger impulso".

Pero el pasado va siempre por delante de nosotros, diciendo quiénes somos.
Aunque a mí el pasado me atrapa por otra razón.

En una tarea rutinaria de esas que se posponen y luego tanto se disfrutan, he encontrado algo que escribí cuando aún no tenía 22 años cumplidos, en una especie de diario donde solía escribir de vez en cuando, pensamientos, reflexiones, experiencias, que de alguna manera me habían marcado. Todo ello en una libreta, con aroma (del que ya, evidentemente, no queda nada) y dibujitos, de las que ya he hablado con anterioridad, que me regalaron en mi décimosegundo o décimotercer cumpleaños, pero que seguí usando hasta bastante tiempo después, parece ser.  En ella guardaba también: los horarios de clase de primero de BUP y COU, una selección de nombres que me gustaban para mis futuros hijos, y una pequeña colección de estampitas de la serie Fama que salían de regalo en los chicles del mismo nombre. Y para mi sorpresa me he encontrado con esto:

El pasado no se puede recuperar, pero se pueden almacenar cachitos;
para luego, algún día, en el futuro, cogerlos y pegarlos.
Verás la vida pasar como en fotogramas de una película.
La vida hay que aprender a vivirla;
yo no he aprendido demasiado bien.

Fechado el 11/Agosto/1992

Dejando de lado el hecho de que con la edad que tenía no hubiera debido sentirme tan derrotada, de hecho, era el momento en que estaba aprendiendo a vivirla, me llama la atención que a esa edad, para mí ya era importante el pasado.

El pasado no es ni más ni  menos que nuestra propia vida. Es lo que nos ha hecho como somos ahora. Sin nuestro pasado, es como si no hubiéramos vivido. Es la prueba irrefutable de nuestro paso por este mundo y por la vida de las personas.

Recordar lo bueno y desechar lo que haga daño (desechar que no olvidar).

Recordar nos otorga el privilegio de volver a vivir tantas veces como uno quiera.

Recordar evita que toda nuestra vida sea devorada por el kippel*.

*Kippel: son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después que se haya gastado la última, el envoltorio de un chicle o el diario del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce (...) el kippel expulsa el no-kippel (...) nadie puede ganar al kippel, a no ser, quizás, de forma temporal y en un punto determinado.  (Término sacado de la novela de ciencia ficción ¿Sueñan los androides con ovejas
eléctricas? Philip K. Dick)

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