viernes, 6 de septiembre de 2013

Cuando mirar fue suficiente


Así, como el que no quiere la cosa, relajada y distraída, bebiendo de su copa, de forma distendida, hacía un barrido visual a toda la gente de la fiesta. Allí lo vio. Días antes ya habían coincidido en el mismo lugar. Le gustó su corte de pelo, su barba de tres días, su forma de vestir descuidada, las pequeñas pecas de su espalda, provocadas con toda certeza  por el sol del verano, que se dejaban ver tímidas por encima del cuello de su camiseta.

No podía evitarlo y, a pesar del gentío, no dejaba de seguirlo con la mirada. Estaba con otra chica, alta, llamativa, de esas con las que se siente que nunca se podría competir, pero no le importaba, porque no quería dejar de llevarse en el recuerdo lo guapo que era. Fue pasando el tiempo y, con disimulo a cada momento lo buscaba, le gustaba saber por donde andaba. Estaba justo delante de la pequeña cabina improvisada desde la cual, un también improvisado Dj hacía su selección musical cuando un grupo de personas se interpuso entre ambos, así que ella se distrajo con otras cosas. Volvió a iniciar su búsqueda, y justo en ese instante, el grupo de personas se dispersó dejando un pequeño camino libre que los unía a ambos. Y, esta vez, al mirar, él, en ese mismo instante, también la estaba mirando; el camino que se había abierto entre ambos se acortó, y hubiera jurado que el silencio los envolvió y que se habían quedado solos en aquel pequeño lugar, en lo que para ella fue poco más que una eternidad.

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