viernes, 26 de diciembre de 2014

"Juventud, divino tesoro"*

Las cosas, en general, no son lo que son, sino lo que hacemos de ellas, escribí hace tiempo en un comentario a una entrada de las más entrañables que haya escrito, para mí y para las personas que sabían de lo que estaba hablando.
http://horasllenasquenosevan.blogspot.com.es/2013/01/el-cortijo-de-dori-capitulo-1-unos.html#comment-form

Hay personas que, aún sin proponérselo ni tan siquiera quererlo, se convierten en iconos, y hoy hemos perdido a uno. Icono de una época, de un sentir, de una forma de vivir.

No siento tristeza por cumplir años, por ir envejeciendo, por ser yo la que regañe por la calle a los niños que pegan pelotazos a los viandantes, porque escuche por detrás: "cuidado que pasan los viejos", por quedarme dormida en el sofá a las once de la noche mientras veo la tele (tengo que decir que también madrugo mucho), por todas esas cosas que te pasan cuando cumples años sin dejar de hacerlo ni un solo año. No siento tristeza por ello, no. Siento tristeza porque ahora te conviertes en madre de tus padres, y que con su marcha, por el camino que se presenta recto y sin obstáculos solo caminas tú, que te has convertido sin darte cuenta en el parapeto que protege a los otros que han llegado después que tú. Y aunque no tengo miedo a ese camino, y lo transito con ganas y sosiego, hay unas palabras amargas que no consigo tragar: adiós a aquellos años, adiós a mi juventud, adiós a mi divino tesoro.

Hay personas que, aún sin proponérselo ni tan siquiera quererlo, quizás, se convierten en iconos, y hoy hemos perdido a uno. Icono de una época, de un sentir, de una forma de vivir.

* Juventud, divino tesoro. Rubén Darío.
http://perso.wanadoo.es/luisalas/rd190500.htm

1 comentario: