martes, 2 de agosto de 2016

Canción otoñal



Canción otoñal (En los soportales)

Acumulamos tantos momentos en nuestras vidas, que, a veces, queda la sensación de no haber vivido todo lo intensamente que nos hubiera gustado. El sentimiento se dispersa entre tanto recuerdo y el regusto que queda es que ha sido mucho y malo. Cada vez que una relación entre dos personas, por corta y, aunque, solo en apariencia, poco relevante que sea, se acaba, solemos pensar que hemos estado perdiendo el tiempo. Yo he tenido esa sensación, no pocas veces, y lo he escuchado, también otras pocas veces, en bocas de otras personas. Y es que, tras cada ruptura o final, el desencanto, decepción y el resentimiento nos nubla el pensamiento, y no podemos más que pensar que de nada nos ha servido el tiempo y el esfuerzo dedicado a esa relación. Siempre nos queda esa sensación de vacío, de haberlo dado todo, y no haber recibido en la misma medida que dimos o nos hubiera gustado recibir. Y es que ese espacio dedicado al sentimiento, al compartirse uno mismo y esperar que el otro también lo haga, se hace tan complicado, precisamente por eso mismo, porque la medida no es la misma para todos, y también porque tenemos tendencia a generar expectativas en función del grado de ilusión. Hace poco he leído una frase en una novela que, no por simple, entraña cierta  complejidad:  "Estoy tan obsesionada con él, que pienso que todo el mundo lo está".  Podemos considerarla la madre de los celos, entre otras cuestiones. Y cuando el desencanto, la decepción y el resentimiento dejan espacio libre a pensar serenamente sobre esa relación, nos damos cuenta que todas ellas nos han aportado, si no mucho, algo importante que recordar. Hace unos días, sin buscarlo, me encontré con un texto que escribí en En los soportales. En él integré unas palabras que me escribieron, lo titulé Canción otoñal, y al volver a leerlo me estremeció. No sé cuánto de sinceridad había en esas palabras, y sinceramente, no me importa, sólo sé que hoy forman parte del bagaje romántico o sentimental que acumulo. Triste, con demasiado esfuerzo por mi parte y decepcionante, aunque en estos días para nada me resulta doloroso. En estos días pienso, que sólo me gustaría poder volver atrás, a los dieciséis, cuando me enamoré por primera vez de verdad, y poder volverme a enamorar de la misma manera.

" Me gustas cuando hablas,
cuando ríes
e, incluso, cuando no dices nada.
También cuando no estás
porque entonces me invade la melancolía.
Esa tan agradable que sube por la espina dorsal
como una tenue descarga de corriente eléctrica y, que
luego se torna en sosegada,
como una brisa leve
o un susurro en el viento del paseo...
Me gustas cuando llueve en el cristal,
debajo de la luz del flexo de mi mesa...
en la próxima cafetería o
en los kilómetros de la carretera ."


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